Back in my childhood I lived in
a small village where I had the chance to lived experiences toddlers cannot
have when living in a city. Far from being a tale this is a childhood’s
remembrance that left me a great lesson.
GARDEN’S THIEVE
Once upon a time there were seven little girls who
lived alone with their mother in a manor house in a small village. It was a
place so remote that there was no electricity nor running water nor sewage, and
thanks to that the girls had the opportunity to be creative in their
distractions and had experiences which otherwise would not have known but
precisely because of it girls often left doors open thinking nothing bad could
happen there
One day gold jewelry which were family heirlooms began
to be missed from the jewelry box. Their mother demanded girls to be more
careful with doors and they obeyed but pieces of every size and style kept
disappearing from the jewelry box.
Concerned about it, mother began to inquire first
whether any of her daughters had given, lent or lost them and then if any of
the neighbors would steal them. She heard some neighbors tell eldest son of the
family which lived around the corner had been imprisoned for theft more than
once and convinced her girls were not guilty went to visit the family in
question and claim the dishonest conduct of their son. His father assured he
had been caretaker of his child's behavior and there was no way he could have
done it but he would still be punished because no one else would do it.
Jewelry continued disappearing for months and claims
against neighbor became frequent. Just as the kid’s father sank into shame
punishment against his son became stronger so that he did even hit the boy. The
enmity between the two families was clear and every afternoon they had spoken
about burglary at girls’ home.
Finally, one morning, one of the younger girls came
into the room and found the thief in the middle of his wrongdoing. Right in
front her eyes a little thrush again and again plunged his head into the
jewelry box to fill his neck with necklaces and bracelets and was even wearing
a watch. He placed rings on his legs and when noted the girl’s presence took
with his fingers a last ring punched with it the girl’s head and confront the
girl pecking her head and pulling her hair with his beak.
The fierce battle was still raging when an older girl
entered the room and shouted to her sisters:
-I found the thief!
The sharp thief slipped out the window and was flying
through the garden when the other girls, alerted by their sister ran after him
trying to hunt down the rogue. He threw a ring as if it was hand grenade on one
of the girls head to get out of garden and lost a necklace in his frantic
escape through the courtyard. Finally reached its lair, and took refuge in it.
His nest was located on a mangoes tree so high that the girls did not dare to
climb. The girl who had followed him came back with the necklace as a trophy
and told her sisters where the offender was entrenched.
That evening there was joy in the girls’ house, they
had solved the riddle and jubilant told their mother what happened. She could
not believe it. Why would a bird stealing gold? What for? She put a ladder
against the tree and climbed the rest of the way to the nest, what she saw was
surprising. It was like finding the pot of gold of a leprechaun; Bird’s nest
was filled with family jewels and even jewelry stolen from others.
When mother re-enter the house, girls asked
Where are jewels?
Mother replied:
-I left it in the nest, I was compassionate.
-Why?
-They are arranged around the nest, it is obvious he
sleeps in their midst. They may be heated by the sun and the heat they keep
warm him at night.
-Buy false jewels to substitute ours. He will not notice the difference.
Mother did and went out to apologize to the boy whom
she had accused and his father. Neighbor was relieved but his son saw the
opportunity to make easy money. The next day, when the mother left he placed a
ladder against the tree, stole jewelry and kidnapped the small thief.
Jewelry served him nothing but the thief was imprisoned
for long before escaping. When he finally did, went away and never returned.
More than 40 years had gone by since the garden’s
thief tugged my hair in his frantic getaway with the loot in tow but I can
still remember the fury with which I was assaulted. The offender always acts
with violence when surprised, did not act as an innocent animal who does not
know what is doing but as a thug because that was him.
Often we take as innocent children and helpless but
offender always knows his guilt, hence the little boy who is caught breaking
the vase hidden hands says: I was not! There is no creature so naive not to
know the weight of her actions and if we fail to think about the consequences
before acting and do not restrain our instincts is better to be prepared for
the worst because the reflection of our actions always comes back to us like a boomerang.
If we do good we’ll get back good, if we do wrong we’ll get back wrong.
Cuando
yo era niña viví en una pequeña aldea donde tuve la ocasión de conocer
experiencias que los niños de la ciudad no tienen la oportunidad de
experimentar. Esta historia más que historia es un recuerdo de infancia que
dejo en mi una gran enseñanza.
EL
LADRONZUELO DEL JARDIN
Erase una vez siete
pequeñas niñas que vivían solas con su madre en una casa solariega de una
pequeña aldea. Era un lugar tan apartado que no había electricidad ni agua
potable ni cloacas y las niñas tuvieron gracias a eso la oportunidad de ser
creativas en sus distracciones y vivir experiencias que de otra manera no
habrían conocido pero precisamente por ser un lugar pequeño y apartado las niñas
a menudo dejaban las puertas abiertas pensando que nada malo podía sucederles.
Un buen día comenzaron a
faltar del alhajero joyas de oro que eran recuerdos de familia. La madre exigió
a las niñas que fueran más cuidadosas con las puertas y ellas obedecieron pero
del alhajero siguieron desapareciendo piezas de todos tamaños y estilos.
Preocupada por la situación
la madre comenzó a indagar primero si alguna de sus hijas las había regalado,
prestado o extraviado y luego si alguno de los vecinos sería capaz de robarlas.
Escucho decir a unos vecinos que el hijo mayor de la familia que vivía en la
esquina había estado preso por robo más de una vez y convencida de que sus
niñas no lo hicieron fue a visitar a la familia en cuestión y reclamo la
conducta deshonesta de su hijo. El padre aseguro haber estado vigilante de la
conducta del chico y que él no podía haberlo hecho pero de todos modos lo
sancionaría pues nadie más por allí tenía malos hábitos.
Las joyas continuaron
desapareciendo por meses y los reclamos contra el vecino se volvieron
frecuentes. Así como el padre se hundía en la vergüenza los castigos contra el
hijo se volvieron más fuertes llegando incluso a golpear al joven. La enemistad
entre ambas familias ya era evidente y no había una tarde en que no se hablara
del robo en casa de las niñas.
Finalmente, una mañana,
una de las niñas más pequeñas entro en la habitación y encontró al ladrón en
plena fechoría. Allí frente a sus ojos un pequeño tordo zambullía una y otra
vez su cabeza en el alhajero para llenar su cuello con collares y pulseras e
incluso llevaba puesto un reloj. En sus patas coloco unas sortijas y al notar
la presencia de la niña tomo con sus dedos el último aro y se arrojo sobre ella
para luego picotear su cabeza y jalonear sus cabellos con el pico.
La feroz batalla aun
estaba en su apogeo cuando una niña más grande entro en la habitación y grito a
sus hermanas:
-¡Encontré al ladrón!
El ladronzuelo aguzado se
escabullo por la ventana y ya atravesaba el jardín cuando las otras niñas,
alertadas por su hermana, corrieron detrás de el intentando darle caza al
bribón. Arrojo una sortija cual granada de mano sobre la cabeza de una de las
niñas para poder salir del jardín y perdió un collar en su frenética huida a
través del patio.
Finalmente alcanzo su
guarida y se refugió en ella. Su nido estaba ubicado en un árbol de mango tan
alto que las niñas no se atrevieron a treparlo. La chica que consiguió seguirlo
hasta allí regreso con el collar como trofeo y conto a sus hermanas en donde se
atrincheraba el delincuente.
Aquella tarde hubo júbilo
en casa de las niñas, ellas habían resuelto el enigma y alborozadas contaron a
su madre lo ocurrido. Ella no podía creerlo. Un pájaro robando oro; ¿por qué?, ¿Para
qué? Coloco una escalera frente al árbol y trepo el resto del camino hasta el
nido, lo que vio fue sorprendente. Fue como hallar la olla de oro de un duende,
el nido estaba repleto con las joyas familiares e incluso joyas robadas a otras
personas.
Al volver a entrar en casa
la madre, las niñas preguntaron:
-Y las joyas?
La madre contesto:
-Las deje en el nido, me dio lastima quitárselas.
-Porque?
-Están dispuestas
alrededor del nido, es obvio que duerme en medio de ellas. Tal vez se calientan
con el sol y el calor que guardan lo mantiene caliente durante la noche.
La hija mayor sugirió:
-Compra joyas falsas y las sustituye las nuestras, el no va a notar la diferencia.
La madre eso hizo y
aprovecho la salida para disculparse con el chico al que había estado acusando
y su padre. El vecino se sintió aliviado pero su hijo vio la oportunidad de
hacer dinero fácil. Al día siguiente, cuando la madre salió el coloco una escalera
frente al árbol y robo las joyas y secuestro al ladronzuelo pensando que
lograría que robara para él.
Las joyas no le sirvieron
de nada pero el ladronzuelo estuvo largo tiempo preso antes de lograr huir.
Cuando finalmente lo hizo se marcho lejos y ya no volvió jamás.
Han pasado más de 40 años
desde que el ladronzuelo jaloneo mis cabellos en su frenética huida con el
botín a cuestas y aun puedo recordar la furia con que fui agredida. El
delincuente siempre actúa con violencia cuando es sorprendido, el no actuó como
un inocente animalito que no sabe lo que hace sino como un hampón porque eso
era.
A menudo queremos revestir
de inocencia a los niños y a los desvalidos pero el infractor siempre conoce
sus culpas; por ello el niño pequeño que es sorprendido rompiendo el florero
esconde las manos y asegura: -yo no fui! No hay criatura tan ingenua que
desconozca el peso de sus acciones y si no somos capaces de pensar en las
consecuencias antes de actuar y refrenar nuestros instintos es mejor estar
preparados para lo peor porque el reflejo de nuestras acciones siempre regresa
a nosotros como un boomerang.
No comments:
Post a Comment