Sitting in the backyard begun recalling the days when
my mother sent me to shop and at my return was scandalized with how much I
spent and listed the cost of each article when she was child I reminded myself
saying “but mum these are different times”
Sometimes, as children think our parents lived a world
so different from ours that they don’t understand what happens with us. Imagine
them living in the world of fantasy story tellers painted us; a world where
everything is either innocence or stupidity. Not everything is truth nor
everything is a lie in our perception of the life they had to live.
Each epoch was fraught with own challenges and
difficulties. Along the days when women had no right to get a career the one who
was left alone in life had to cook, clean, wash and ironing to others. Today we
have schools in which women and men can graduate as technicians in cleaning and
household management but women of that time were really professional household
chores. They didn’t burn their rice as I sometimes do nor had trouble returning
to perfect white a stained shirt.
Along the time called industrial revolution people
were so poor and laws so lacking of respect for human rights that children
worked arduously to support their families and were excluded from educational
system but technique was acquired per training and they became more experts than
a professional and achieved wages high enough to sustain their own homes when
got married. Today who is excluded from educational system does not have any
hope of competing against the trained ones and despite that still exist trades
as selling in what audacity is more important than having studied what once was
elective is now indispensable.
Crime and sin were not invented just yesterday, were
transmitted from generation to generation and learned per training. It’s hard
to escape to what is family practice. Just as good manners come from our
parents bad habits too. Children of the liar learn to lie. Who does wrong say by
his example to his children how to live.
We were born to win; no one came to this world to lose
but the family in which we born and the environment in which we grow define our
behavior and attitude toward life. Badly can a man who was cast to streets when
child and sustained himself out of begging and crime have hope of doing
something useful with his own life but not everything we go trough is the guilt
of our parents or of our environment nor can all our faults be loaded on the
shoulders of others.
Once we reach maturity our faults go to us regardless
of the baggage of situations we had experienced. Everyone knows what is right
or wrong whatever our IQ and degree of instruction are. From that idea what we
do belongs to us with all its consequences. Even that that lives in the streets
one day assumes his facts as own and knocks the door of a refuge, this time not
in search of bread but of retraining to rejoin society.
We all have the opportunity of changing our facts;
reach what the circumstances we lived vetoed us earlier. Do well that in which
we were trained to do wrong. Make ours the motto of "whoever you are do
your part right"
Most satisfying of changing our lives is we begin to
feel pride of being ourselves. Look to what we passed from the new human being
we have built and find satisfaction of having succeeded. Life may not be a
field of flowers but we were born victorious. No matter the place in what we
reach the finish just have to arrive and will have triumphed.
If I make my effort under the dictates of my own
conscience my heart will take me to safe harbor amid storms.
Seas Quien Seas Haz
Bien Tu Parte
Sentada
recordando los días en que mi madre me enviaba a hacer compras y al regreso se
escandalizaba con cuanto había gastado y me hacia una lista de cuanto costaba
cada cosa cuando ella era niña me recordé a mi misma diciendo “pero mama estos
son otros tiempos”
A veces, como hijos
pensamos que nuestros padres vivieron un mundo tan diferente al nuestro que no
entienden lo que ocurre con nosotros. Los imaginamos viviendo en el mundo de
fantasía que nos pintaron en cuentos donde todo es inocencia y hasta estupidez.
No todo es verdad ni todo es mentira en nuestra percepción de la vida que a
ellos les toco vivir.
Cada época estuvo
cargada con sus propios retos y dificultades. En los días en que la mujer no
tenía derecho al estudio regular aquella que se quedaba sola en la vida tenía
que cocinar limpiar, lavar y planchar para otros. Hoy tenemos escuelas en las
que mujeres y hombres pueden graduarse como técnicos en limpieza y administración
del hogar pero las mujeres de aquella época eran realmente profesionales de los
quehaceres domésticos. No se les quemaba el arroz como a mí ni les costaba
regresar al blanco perfecto una camisa manchada.
En los días de la
revolución industrial la gente era tan pobre y las leyes tan carentes de
respeto por el derecho humano que los niños trabajaban arduamente para mantener
a sus familias y quedaban excluidos del sistema educativo pero el oficio se
adquiría por entrenamiento y llegaban a ser mas expertos que un profesional y
lograban alcanzar salarios lo suficientemente altos como para sostener su
propio hogar el día que se casaban. Hoy quien queda excluido del sistema
educativo no tiene muchas esperanzas de competir contra los más capacitados y
pese a que aun existen oficios como las ventas en los que la audacia es más
importante que el estudio lo que antes era electivo ahora es indispensable.
El delito y el
pecado no fueron inventados justamente ayer, fueron transmitidos de generación
en generación y aprendidos por entrenamiento. Es difícil escapar a aquello que
es la práctica familiar. Así como la buena educación proviene de nuestros
padres los malos hábitos también. El hijo del mentiroso aprende a mentir. El
que obra mal dice con su ejemplo a sus hijos de qué manera vivir.
Nacimos para ganar,
no vinimos a este mundo a perder pero la familia que nos toco tener y el medio
en que crecemos define nuestra conducta y actitud ante la vida. Mal puede un
joven que fue arrojado a la calle en su infancia y se sustento a si mismo
mediante la mendicidad y el delito tener esperanza de hacer algo útil con su
propia vida pero no todo aquello por lo que pasamos es culpa de nuestros padres
o del entorno ni todas nuestras faltas pueden ser cargadas en los hombros de otros.
Una vez que
alcanzamos la madurez nuestras faltas son nuestras independientemente de
nuestro bagaje de situaciones vividas. Todos sabemos lo que está bien o mal sea
cual sea nuestro coeficiente intelectual y grado de instrucción. A partir de
esa idea lo que hacemos nos pertenece con todas sus consecuencias. Incluso ese
que vive en las calles un día asume sus hechos como propios y toca la puerta de
un refugio, esta vez no en busca de pan sino de reentrenamiento para
reinsertarse en la sociedad.
Todos tenemos la
posibilidad de cambiar nuestros hechos; alcanzar aquello que las circunstancias
que vivimos nos vetaron antes. Hacer bien aquello en que nos entrenaron para
obrar mal. Hacer nuestro el lema de que “seas quien seas has bien tu parte”
Lo más gratificante
de cambiar nuestras vidas es que llegamos a sentir orgullo de nosotros mismos.
Miramos al pasado desde el nuevo ser humano en que nos hemos convertido y
sentimos satisfacción de haberlo superado. La vida puede no ser un campo de
flores pero nosotros nacimos vencedores. No importa el lugar en que alcancemos
la meta solo hay que llegar y habremos vencido.
Si me esfuerzo en
seguir los dictados de mi propia conciencia mi corazón me llevara a puerto
seguro en medio de la tormenta.
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