Friendship is a more sublime form of love than
romantic love. It doesn’t depend on the physical attractiveness or sexual
satisfaction so it is more durable, as there is no emotional commitment more
freedom is given to both parties.
Friends can be away for a long time without causing
any pain and can also reunited without recrimination by the absence of news. Friends can fight without ceasing to love and sit to assess injuries received
without fighting again. That's the kind of love that binds families in nearly
90% of cases. We can be aggressive with our brother and then forget the insult
that would not tolerate to others. The sins of our brother are not as
abominable as the neighbor’s who committed the same offense.
We can find with our brother the pathways to overcome
problems that would not face with others. I was thinking in this when I sat
down to write this story that far from being a story is just a childhood
memory.
MONKEYS’ TREE
When I was a child my family had a plantation in which some of my sisters were born. Agriculture was the family business so I spent a lot of time there.
The California was founded as a coffee plantation and was being changed into a cocoa plantation and as it was usual in coffee plantations it was in the middle of a mountain.
The journey was long and picturesque, we climbed under
a grove surrounding a stream whose side was covered with wild lilies and as
there were a lot of snakes there were a lot of different animals too.
The house was surrounded by threshing coffee
courtyards and next to the kitchen was a guava tree which we were never allowed
to eat of. The tree was inhabited by a family of monkeys which would hand, hit,
pinch and even hair pull and bite at anyone who dared to try to eat the fruit.
I still remember a milestone of hairs so strong they got me off the floor and
all the blows I received for cutting a small guava which was still green.
However, the river was right in that direction so often we passed under the
tree screaming and running in the middle of the hair pulling and beating
monkeys gave us.
That day mom left home saying, 'I'll be back soon, do
not approach the monkeys’ tree. Barely a few minutes later my sister Janette
suggested: Let’s go to the river.
We could cross silently enduring pain and running so
no one would notice our absence, the spanking was brutal. We reached the river
battered and sore, we sat on the bank to assess the blows that each received as
we planned how to overcome the blows of the monkeys to return.
The path under the canopy of the tree was the only
area where the grass did not exceed our height and was safer to go through it.
Monkeys would not kill us like snakes would. By the time we finished assessing
the situation it was time to go home so we each one took a branch of chaparral
and headed into battle under the tree. Would pass quickly and we would defend
ourselves the whole way trough.
Branches served the monkeys to rout us. I took the
guava, however, as a small win. Guava never came to my mouth and I had barely
straighten my hair and clothing when mom came back. She looked at us and asked:
- Where were you? To which my sister Janette answered: 'Here, watching the
sun-roasted coffee.
How beautiful it would be if we could achieve with our partner the kind of relationship in which the agreement of complicity is tacit and no one worries much about the beatings got because of the other's ideas. Being able to demand our rights without incurring a pitched battle.
Hopefully in difficult moments we might say as Ruth
said to her mother in law. “Intreat me not to leave thee, or to return from
following after thee: for whither thou goest, I will go; and where thou logest,
I will lodge: thy people shall be my people, and thy God my God."
The ideal partner is not the one who never fights
neither the one who never fails but the one who tolerate our faults,
understands us and loves us as we are. That who knows how to overcome the bumps
with us and move on without holding grudges.
El Arbol De Los Monos
Mucho se ha dicho acerca
de la amistad así que espero no resultar repetitiva al definirla. La amistad es
una forma de amor que resulta más sublime que el amor de pareja. No depende del
atractivo físico ni de la satisfacción sexual así que es más duradera y como no
existe un compromiso emocional concede más libertad a ambas partes.
Los amigos pueden pasar
mucho tiempo ausentes sin causar pesar y reencontrarse sin recriminarse por la
ausencia de noticias. Los amigos pueden pelearse
sin dejar de amarse y sentarse a evaluar las lesiones recibidas sin volver a
pelear. Esa es la clase de amor
que une a las familias en casi el 90% de los casos. Podemos ser agresivos con
nuestro hermano y luego olvidar la afrenta que no toleraríamos en otros. Los
pecados de nuestro hermano no son tan abominables como los del vecino que
cometió las mismas faltas.
Somos capaces de buscar
con nuestro hermano las vías para sortear problemas que no enfrentaríamos con
otros. En esto estaba pensando cuando me senté a escribir esta historia que
lejos de ser un cuento no es más que un recuerdo de infancia.
El Árbol De Los Monos
Cuando yo era niña mi
familia tenía un fundo en el que nacieron varias de mis hermanas. La
agricultura era el negocio familiar así que pasábamos mucho tiempo allí.
La California era un
fundo cafetalero cuya plantación estaba siendo cambiada por cacao y como era
habitual en las plantaciones de café el fundo estaba en medio de una montaña.
El recorrido era largo
y pintoresco, subíamos por una arboleda que rodeaba un riachuelo cuya vera
estaba cubierta de lirios silvestres y así como había gran variedad de víboras
había también toda clase de animales.
La casa estaba rodeada
de patios para trillar el café y al lado de la cocina había un árbol de guayaba
de las que nunca se nos permitió comer. El árbol estaba habitado por una
familia de monos que repartían golpes, pellizcos, jalones de pelo y hasta
mordiscos a quien osara intentar comer del fruto. Aun recuerdo un jalón de
pelos tan fuerte que consiguieron levantarme del suelo y todos los golpes que
recibí por haber cortado una pequeña guayaba que aun estaba verde. Sin embargo,
el rio quedaba justo en esa dirección de manera que a menudo pasábamos frente
al árbol gritando y corriendo en medio de los jalones de pelo y los golpes que
nos propinaban los monos.
Aquel día mama salió
de casa diciendo: -Ahora vuelvo, no se acerquen al árbol de los monos. Apenas
habían pasado unos minutos cuando mi hermana Janette sugirió: -Vamos al rio.
Podíamos cruzar en
silencio soportando el dolor y corriendo para que nadie notara nuestra
ausencia; la azotaina fue brutal. Llegamos al rio maltrechas y adoloridas y,
nos sentamos en la orilla a evaluar los golpes que cada una recibió mientras
planeábamos como sortear los golpes de los monos al regreso.
La vereda debajo de la
fronda del árbol era la única zona donde el monte no superaba nuestra estatura
y era más seguro pasar por ella. Los monos no nos matarían como las serpientes.
Para cuando terminamos de evaluar la situación ya era hora de ir a casa así que
cada una tomo una rama de chaparro y nos encaminamos a la batalla bajo el
árbol. Pasaríamos rápido y nos defenderíamos por todo el camino.
Las ramas sirvieron
para que los monos nos apalearan a nosotras. Tome, sin embargo, la guayaba como
un pequeño triunfo. La guayaba nunca llego a mi boca y apenas acababa de
alisarme el cabello y el vestido cuando mama regreso. Nos miro y pregunto: -¿En
donde estaban? A lo cual mi hermana Janette contesto: -Aquí, viendo el café
tostarse al sol.
Que hermoso seria si
pudiéramos lograr con nuestra pareja esa clase de relación en la que el acuerdo
de complicidad es tácito y no nos preocupáramos mucho por los golpes recibidos
a causa de las ideas del otro. Poder exigir nuestro derecho sin que ello
implique una batalla campal.
Ojala en los momentos
difíciles pudiéramos decir como dijo Ruth a su suegra. No me ruegues que te
deje y me aparte de ti, porque donde quiera que tu fueres, iré yo y donde
quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios.
La pareja ideal no es la
que no comete errores ni se pelea nunca sino la que tolera nuestras faltas, nos
comprende y no ama tal y como somos. Esa que sabe sortear los baches con
nosotros y seguir adelante sin guardar rencor.
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