Most people don’t remember their first Christmas since
they were babies when it happened and that magical moment is lost in the maze
of their minds. I have the luck to remember mine because I was about seven
years old when I converted to Christianism and at that age everything we do gets
into conscious memory but this is not the memory of my first Christmas but one
that always comes out when I think of Christmas; my second Christmas Eve.
A few months after becoming Christians my six sisters,
my mother and I moved to a small house in a poor neighborhood in a new city. Although
we were not rich we needed nothing until my father died. I was so young small
gaps meant nothing to me. I didn’t understand any of it but for my teenage
sisters having fallen to that level in the age at which girls are more
presumptuous was a very difficult time in their lives.
My mother was suffering more that anyone. She had
always worked hard but running her property was not even alike with being an employee
with a low salary and counting pennies to support seven girls. That Christmas
Eve she played daytime work. She worked all day with the excitement of having
stored in her locker her girl’s gifts. Had already dressed and was ready to go
home when a nurse offered to pay triple if mum covered her on that night’s guard
at the children's hospital. Accepted and stayed once but couldn’t notify us
because we had no phone.
My sisters and I spent that night, sitting in a circle
waiting for mom to show up. As hours went off we passed from expectation of
concern. Mamma wouldn’t come home and conversation took us to poverty and
disgrace. My sisters that a year before had told us about Santa Claus and made us see it was a beautiful
celebration this time had no fantasies to tell. When Janette tried to cool
things down ensuring our situation was not that bad one of them said:
-"That dress won’t last you much neither will
your shoes. We are less that poor, we are homeless. There are beggars living
better than us."-
Very worried Franceline asked -"Where's my gift?"–
Janette supported her complaining with a -"yeah where’s mine?"- Response
was immediate:
-"What gift, haven’t you heard we are now too
poor? There’s no money for such a thing, how could she buy you anything?"-
But Franceline had eaten the whole story the year before so she protested
-"But she won’t have to pay anything, Santa
will"- Received an acid answer:
-"Santa is not real, it’s only a lie we had told
you”- Physical exhaustion ended discussion and we all went to bed without
supper.
On Christmas day, at about ten in the morning mom came
home with a haggard face and a sack of toys on her back. Seeing her I asked
what happened that she didn’t show up at night and she replied that payment was
good so she stayed to cover her mate’s guard. I offered her a sit saying she looked
very tired and Janette ran for water to wash her feet. She asked me to fetch a
towel but as I delayed to bring it dried them with her long beautiful hair. My
sister, the one which gave acidic answers before, this time ordered to serve mum
a large breakfast. When the amazement of mum’s returning passed Franceline,
decided to give our mother a lesson and said:
-Mamma you’d deceive me there is no Santa Claus! - Mom
looked into her eyes and said:
-There is a Santa Claus, but that oldie man is kind of
shameless. He got drunk to the hospital; forced me to spend the night wrapping
gifts for sick children, did not even give me a chance to wrap yours. Look at
them, they are in the bag. You can choose yours because he did not tell me who’s
was each. Convinced by mamma’s tired look Franceline said
-"Oh, he took them to the hospital then!"- Mom
assured he did so she took a doll and left the room starring to our acidic sister
with the disdain given to who had been surprised being evil.
Someone asked how she made up that story and she said
that was what her boss did. That simple
story made the way to correct what happened at home during her absence. The
certainty she would not run leaving us behind may had been a gift to our
teenage sisters that were so worried that night but a life of hard working to
give all her girls a carrier. A life committed to make us become what we are
was the biggest present we all got throughout life.
Whatever our economic status and age are we all love
presents for they mean we are part of something special. Gifts are not about
getting a present but about the meaning of being part of someone’s heart. Sometimes gift is only a
phone call on a special date to remember us that
although we are apart the love we share is still alive.
MERRY CHRISTMAS! to each and every one of you, young children
and old children over this world. May the joy of this date bring into your
hearts the hope of future and keep it always there to help you stand on your
hard times.
Navidad 2013
La mayoría de las
personas no recuerdan su primera navidad porque eran bebes cuando ocurrió y ese
mágico momento se ha perdido en el laberinto de sus mentes. Yo tengo la suerte
de recordar la mía porque tenía más o menos siete años cuando me convertí al
cristianismo y a esa edad ya todo recuerdo forma parte de la memoria consciente
pero este no es el recuerdo de mi primera navidad sino de una que quedo marcada
para siempre en mi memoria. Mi segunda víspera de navidad.
Unos meses después
de convertirnos al cristianismo mis seis hermanas, mi madre y yo nos mudamos a
la ciudad; a una casa muy pequeña en un barrio pobre. Aunque no éramos ricas
nada nos falto hasta que murió mi padre. Para mí que era muy chica las
carencias no eran asunto preocupante; yo no entendía nada de eso pero para mis
hermanas adolescentes haber caído hasta ese nivel en la edad en que las chicas
son mas presumidas era un momento muy difícil en sus vidas.
Mi madre estaba
sufriendo más que nadie. Siempre había trabajado duro pero dirigía su propio
negocio, lo cual no se parece en nada a ser la empleada con un salario bajo y
contando los centavos para sostener a siete niñas. La víspera de navidad le
toco trabajar el horario diurno. Trabajo todo el día con la emoción de que
tenía guardados en su casillero los regalos para sus niñas. Ya se había vestido
y estaba lista para volver a casa cuando una enfermera le ofreció pagarle el
triple si le cubría la noche de guardia en el hospital de niños. Acepto y se
quedo de una vez pero no tenia como avisarnos porque no teníamos teléfono.
Mis hermanas y yo
pasamos la noche en vela, sentadas en círculo esperando que mama apareciera.
Cuando empezó a hacerse tarde pasamos de la expectación a la preocupación. Mama
no llegaba y la conversación nos fue llevando hasta la pobreza y la desgracia.
Mis hermanas que el año anterior nos habían hablado de Santa Claus y nos habían
hecho ver que era una celebración hermosa esta vez no tenían fantasías que
contar. Cuando mi hermana Janette trato de calmarlas asegurando que las cosas
no estaban tan mal una de ellas dijo:
-“Ese vestidito se
te va a acabar y los zapatitos de charol también. Somos peor que pobres, somos
indigentes. Incluso hay mendigos que viven mejor que nosotros.”-
Franceline muy
preocupada pregunto –“¿y mi regalo?”- Janette la apoyo con un –“sí ¿y el mío?”-
La respuesta no se hizo esperar
-“¿Cual regalo, no
estás oyendo que ahora somos pobres. No hay dinero para eso, con que te lo va a
comprar?”- pero Franceline que se había comido todo el cuento el año anterior
protesto
-“Pero ella no lo
paga, es Santa quien lo hace”, recibió un acido:
-“Santa no existe,
solo eran mentiras lo que te contamos”- El agotamiento físico dio fin a la
discusión y todas nos fuimos a dormir sin cenar.
El día de navidad a
eso de las diez de la mañana mama llego a casa con el rostro ojeroso y un saco
de juguetes en su espalda. Al verla entrar pregunte que paso que no vino a
dormir y ella contesto que el pago era bueno así que se quedo a cubrir la
guardia a su compañera. Le dije que sentara que se veía muy cansada y Janette
corrió en busca de agua para lavarle los pies. Me pidió que buscara una toalla
y como me demore decidió secarlos con su largo y hermoso cabello. Mi hermana que
antes había dado acidas respuestas esta vez ordeno que le sirvieran de comer a
mama y cuando paso la conmoción por el regreso de nuestra madre Franceline,
decidida a darle una lección, le dijo:
-¡Mama me
engañaste, no existe Santa Claus!- Mama la miro a los ojos y dijo:
-Si existe, pero
ese viejito es medio sinvergüenza. Llego borracho al hospital y me obligo a
pasar la noche envolviendo los regalos de los niños enfermos. Ni siquiera me
dio tiempo para envolver los de ustedes. Míralos, ahí están en la bolsa. Puedes
escoger el tuyo porque él no me dijo cual era de quien. La chica convencida por
las ojeras de mi mama dijo entonces:
-“¡Ah entonces los
llevo al hospital!” – mi madre le aseguro que así fue. Ella tomo una muñeca y
salió de la sala mirando a nuestra hermana que había dado acidas respuestas con
el desdén de quién te ha sorprendido siendo malvada.
Alguien pregunto
cómo se le había ocurrido inventar esa historia y ella contesto que eso es
justamente lo que su jefe hizo. Esa simple historia sirvió para enmendar lo que
en su ausencia ocurrió en nuestro hogar. La certeza de que no huiría dejándonos
abandonadas tal vez fue un presente para mis atormentadas hermanas adolescentes
pero una vida de trabajo arduo para lograr que todas sus niñas se graduaran,
una vida entregada a convertirnos en lo que somos fue el mayor presente que
cada una de nosotras recibió en esta vida.
Sea cual sea
nuestra edad y clase social a todos nos gustan los regalos porque ellos
significan que somos parte de algo especial. Y es que el obsequiar no tiene que
ver con el obsequio en si sino con lo que significa ser parte de los amores
guardados en el corazón de alguien más. A veces ese presente es solo una
llamada telefónica en una fecha especial para recordarnos que aunque estamos
lejos el amor que nos profesamos sigue vivo.
FELIZ NAVIDAD a
todos y cada uno de Uds. niños jóvenes y viejos del mundo. Que el júbilo de
esta fecha llene sus corazones con la esperanza del porvenir y la mantenga allí
para sostenerlos en sus malos momentos.
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