Have you ever read the scriptures for pleasure rather
than as part of a studying course? If you do you will notice that not all books
containing were written as part of a set of codes of spiritual laws or as evidence
of the existence of God. Some are purely poetic, others are war’s chronics and
some are testaments of loving parents who wanted to leave a teaching to their
posterity. Something like a journal.
It may seem at times that writing a journal is
something silly. Especially for those who wrote in it their adolescent’s
frustrations and nonsense committed and one day; after gone by years sat down to
read it and decided it was better to burn before bequeath to their posterity. Writing
a journal can be, however, a pleasant and uplifting experience if we care to
include in it only what we believe will bring a lesson that could help us solve
similar problems in the future or serve as a guide our posterity.
Being as the scripture says “... as someone who speaks from
the dust” is not a simple task; we must care on what we write and how
we do. It is essential that the turning we give to our words do not encourage our
posterity to make mistakes we had committed. Since the intention is to guide
them through the kind of experiences we lived need also to capture on it the
lesson we learned.
I was told to do this in my teens and suggested to
record in speeches that had influenced me and sermons given for my religious
leaders; I did for a while but when I got pregnant for the first time I turned
my diary into a love letter to my son. A long letter in which I give him the
chance to know me as the human being I am. I make sure to do never forget that
I am a human being, make it clear that like all
mortals have my bumps and I have overcome some by certain procedures that
describe widely and am working to overcome the others. That way I want to let
him understand that there is no generational fence between the two of us, I'm neither perfect nor
infallible so he can pour out his fears and problems and together we can find a
solution to what he faces.
At present I also have a daughter so now I write for
young men and women and as if I wait to be “dust” my advises will probably
be no longer needed the day they read them I always leave my journal where they
can read it. Sometimes, after a disagreement, I put the book opened in the page
I want them to read on their bed instead of lessoning. You may think it doesn’t
work but it does; my son often sits to read and always gives me stickers to
decorate what I write for him. I know he is pleased that these notebooks are
part of his heritage and now that he is away from home he knows he can call up and
tell me his problems and expect me to help solve them.
The good thing about this exchange of experiences
through literacy is that when we write anger gives way to relaxation and what
could have been a terrible argument becomes an uplifting experience since when
writing we can read our own words and choose our vocabulary to do not hurt and
transform the sermon in a loving and sobering advice.
When I started doing this I wrote a dedicatory on the
first page that says: “To
you who are my ray of light, my beloved one and my treasure. Hoping you can find
in my mistakes the lesson I beg life never gives you. Do never forget that you
are my favorite angel. Love you” Today that I am no longer young, I say goodbye at the end of each book
in case that was the last one I wrote and copy passages from my favorite book (Bible)
to fill the remaining lines. This has allowed me to choose how I want to be
remembered by those I love and has given me the opportunity to feel that my
children count with my advice beyond my time in this world and will be welcome with
the same simplicity as written because after all every page shows that “I was
also formed Out of mud”
Speak to me, Speak to my heart!
Write to perfume my soul with your love!
Como
Si Hablara Desde El Polvo
¿Has leído alguna vez las
escrituras por placer en lugar de cómo parte de un curso de estudio? Si lo
haces notaras que no todos los libros que contienen fueron escritos como parte
de un conjunto de códigos de leyes espirituales ni como testimonio de la existencia
de Dios. Algunos son netamente poéticos, otros son crónicas de guerra y algunos
son testamentos de padres amorosos que quisieron dejar una enseñanza a su
posteridad. Algo parecido a un diario.
Puede parecer, a veces,
que escribir un diario es cosa de tontos. Sobre todo para quienes descargaron
en él sus frustraciones adolescentes y las tonterías que cometieron y un buen
día en su madurez se sentaron a leerlo y decidieron que era mejor quemarlo
antes que legarlo a su posteridad. Escribir un diario puede ser, sin embargo,
una experiencia grata y edificante si cuidamos de incluir en él solo aquello
que consideramos nos aporto una lección que podría ayudarnos a resolver
problemas similares en el futuro o servir de guía a nuestra posteridad.
Ser como dicen las
escrituras “…como alguien que habla desde el polvo” no es una tarea sencilla; es
necesario ser cuidadoso de que escribimos y como lo hacemos. Hay que cuidar que
la inflexión que damos a nuestras palabras no inste a nuestra posteridad a repetir
los errores que nosotros cometimos. Puesto que la intención es que les sirva de
guía la clase de experiencias que nosotros vivimos es necesario plasmar también
en el cuaderno la lección que aprendimos.
Me dijeron esto en la
adolescencia y me sugirieron que copiara en el los discursos que me habían
impactado y mensajes de mis líderes religiosos y; por un tiempo eso hice pero
cuando me embarace por primera vez convertí mi diario en una carta de amor para
mi hijo. Una extensa carta en la que le dejo la oportunidad de conocerme como
el ser humano que soy. Cuido de nunca obviar que yo soy un ser humano, dejo
claro que como todos los mortales tengo mis baches y que he logrado superar
algunos mediante ciertos procedimientos que describo ampliamente y estoy
trabajando en superar los otros. Quiero que de esa manera tenga claro que no
existe una barrera generacional entre ambos, que no soy perfecta y tampoco
infalible y que puede verter en mi sus temores y problemas y juntos podemos
buscar la solución a lo que el enfrenta.
Hoy tengo además una hija
así que ahora escribo para jóvenes de ambos sexos y como si espero a “ser
polvo” mis consejos
probablemente ya sean innecesarios para cuando ellos los lean dejo el diario a
su alcance siempre. En ocasiones, tras un desacuerdo, pongo el cuaderno en su
cama abierto en lo que yo deseo que lean en lugar de sermonearlos. Tal vez
piensen que no funciona pero si lo hace; mi hijo a menudo se sienta a leerlo y
siempre me regala stickers para decorar lo que le escribo. Sé que le agrada saber
que esos cuadernos forman parte de su herencia y ahora que está lejos de casa
sabe que puede llamar y contarme sus problemas y esperar que lo ayude a
resolverlos.
Lo bueno de este
intercambio de experiencias a través de la lectoescritura es que cuando
escribimos la ira cede el lugar à la relajación y lo que podría haber sido una
terrible discusión se transforma en una experiencia edificante ya que mientras
escribimos podemos leer nuestras propias palabras y elegir un lenguaje que no
hiera y transformar el sermón en un consejo amoroso y aleccionador.
Cuando comencé a hacer
esto escribí una dedicatoria al principio que dice: “Para
ti que eres mi luz, mi amor y mi sueño. Con la esperanza de que en mis errores
encuentres la lección que espero que nunca te propine la vida. No olvides nunca
que tú eres mi ángel favorito. Te amo” Hoy que ya no soy joven
me despido al final de cada cuaderno por si acaso ese fuera el ultimo que
escribo y transcribo pasajes de mi libro favorito (La Biblia) para ocupar las
líneas restantes. Esto me ha permitido elegir la manera en que quiero ser
recordada por los que amo y me ha dado la oportunidad de sentir que mis hijos
contaran con mis consejos más allá de mi tiempo en este mundo y que los
recibirán con la misma sencillez que los escribo porque después de todo cada página
refleja que “de barro fui yo también formada”
¡Habla,
habla a mi corazón, escríbeme y perfuma con tu amor el alma mía!
No comments:
Post a Comment