Fondos de Ensueño



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Sunday, August 18, 2013

Good Origin

Man likes to sing his own praises to his past; he has been crazy with the idea of a good origin since ancient times. Being a relative of a particular person can open doors that would otherwise remain closed.
Much has been written about the best way to make a linage table and many of those researching their own genealogy are only looking to find a celebrity to brag of.
long middle age to access to certain privileges of the high class society it was required to the rich man obtaining a certificate of blood’s purity which was drawn up by an expert in genealogy, having researched the ancestors of the person, if he found nothing unworthy in them.
 
Indignity closed doors even to the richest ones in the community. I do not think we should do that these days but I definitely believe we should pay attention to our past because in it lays the key to our problems and maybe the solution.
There are parts of our behavior which we inherited to our ancestors. An example of it is men’s habit of urinating on the streets inherited by the peoples who were under dominion of Roman Empire; they don’t run in search of a bathroom just do it against a tree or a wall and even in a plant’s jar at a party. All the peoples conquered by Columbus’ expedition are ill with a great dishonesty in the government’s administration and no one who has friends in the right place would avoid going above the others to get what otherwise would get someone else. Being a descendant of the thieves embarked with Columbus by the Queen of Spain is not just a joke.
Just as the ills of society are evident in the ancestors of those who are part of it the family's ills can be seen clearly in the predecessors of the couple. Descendants of divorced parents think it less when making the decision to break up that those who don’t have such experience in their pasts. Descendants of unfaithful parents tend to be promiscuous.
The children of abusive parents usually end up repeating the same mistakes made in their education. Our past marks us like a dagger and is transmitted from generation to generation because the only way to educate our children we know is the imitation of what our parents did to us.
  I once read in a facsimile of the Reader's Digest Magazine a confession made by the mother of a famous Russian dancer who died by a drug’s overdose. She said she had brutally abused her children in childhood and that shocked her son in such a way that self-destruction was his way of living. Assured he did not suffer of frightens to get on the stage; he would get on it happily and it was there  where he was fully free but every time his success was recognized with a standing ovation he retired to his room and tried to destroy himself through drugs. Off course, her confession could not restore her son’s life but could warn those who were still living about the legacy of pain she left them. She said it that way and was right, knowing our past helps us to avoid repeating the mistakes of those who preceded us.
  When it comes to marriage knowing that past is vital. Interacting with the couple's family helps us to understand their past in time to make the decision on a clear basis and knowing what awaits us decide if we are willing to face it or not.
  Many people think we should silent and forget the pitfalls in our past but the truth is that we are free of it only when we remember it well and keep alert to any trick of our own minds. Only in this way we become the architect of our own destiny, the one who leads the trip instead of letting go but we need to be careful not to turn the memory in spite. Remember facts coldly not passionate about them. Use them as a guide to what I can expect from myself, the kind of trouble that I can get into.
  Our past, no matter how hard it was, made us what we are but what we will be depends on ourselves. It’s not worthy to victimize ourselves or overload with rancor. We need to look forward with the certainty that we can defeat the demons entrenched in our souls and achieve all we dream of.
  If I recognize myself as a fallible human being I will keep alert to the bumps on the road, I will not fall into any.
 
 
El Buen Origen
Al hombre le gusta presumir su pasado, el buen origen lo ha enloquecido desde tiempos remotos. Ser pariente de tal o cual persona puede abrir puertas que de otra manera permanecerían cerradas.
Mucho se ha escrito acerca de la mejor manera de elaborar un árbol genealógico y muchos de los que investigan su propia genealogía solo están buscando encontrar algún personaje famoso que presumir.
En el Medioevo para acceder a ciertos privilegios de la alta sociedad de esos tiempos se le exigía al hombre rico un certificado de limpieza de sangre que era elaborado por un experto en genealogía, después de haber investigado los antepasados de la persona, si no encontraba nada indigno en ellos.
La indignidad cerraba las puertas incluso al más rico de la comunidad. No creo que debamos hacer eso en estos días pero sí creo sin lugar a dudas que nosotros deberíamos prestar atención a nuestro pasado porque en él se encuentra la clave de nuestros males y tal vez la solución.
Hay en nuestra conducta actos que nos fueron transmitidos por nuestros antepasados. Ejemplo de ello es el habito del hombre de orinar en las calles heredado por los pueblos que estuvieron bajo el dominio del imperio romano, no corren en busca de un baño sino se acercan a un árbol o lo hacen contra una pared e incluso en algún matero en una fiesta. Los pueblos conquistados por la expedición de Colon padecen todos de una gran deshonestidad en la administración del estado y nadie que tenga amigos en el lugar requerido evitara pasar por encima de los demás para obtener aquello que de otra manera obtendría alguien distinto. Ser descendiente de los ladrones que la reina de España embarco con Colon no es cualquier cosa.
Así como los males de una sociedad se evidencian en los antepasados de quienes la conforman los males de la familia se pueden ver claramente en los predecesores de la pareja. Los hijos de padres divorciados lo piensan menos a la hora de tomar la decisión de separarse que los que no tienen esa clase de experiencia en su pasado. Los hijos de padres infieles tienden a ser promiscuos.   
Los hijos de padres maltratadores generalmente terminan repitiendo los errores que se cometieron en su educación. El pasado nos marca como una daga y se transmite de generación en generación porque la única manera de educar a nuestros hijos que conocemos es la imitación de aquello que nuestros padres hicieron con nosotros.
En una ocasión leí en un ejemplar de la revista Selecciones del Reader’s Digest una confesión de la madre de un famoso bailarín ruso que había muerto por drogas. Ella dijo que había maltratado brutalmente a sus hijos en la infancia y que esto había marcado a su hijo en tal manera que la autodestrucción era su forma de vida. Aseguro que no padecía de miedo escénico sino que entraba en el escenario feliz y era allí donde más libre y pleno se sentía pero cada vez que el éxito era reconocido con una ovación el se retiraba a su aposento e intentaba acabar consigo mismo por medio de la droga. Claro que su confesión no podía restaurar la vida de su hijo pero si advertir a los que aun vivían acerca del legado de dolor que ella les dejo. Así  lo dijo y estaba en lo cierto, conocer nuestro pasado nos ayuda a evitar repetir los errores de los que nos precedieron.
Cuando se trata de contraer matrimonio conocer ese pasado es vital. Relacionarse con la familia de la pareja nos ayuda a conocer ese pasado a tiempo para tomar la decisión sobre una base clara y sabiendo lo que nos espera decidir si estamos dispuestos a enfrentarlo o no.
Muchos piensan que debemos callar y olvidar los escollos en nuestro pasado pero la verdad es que solo somos libres de él cuando lo recordamos bien y estamos alerta ante posibles tretas de nuestra propia mente. Solo de esa manera llegamos a ser el artífice de nuestro propio destino, el que dirige el viaje en lugar de dejarse llevar pero es necesario tener cuidado de no convertir el recuerdo en rencor. Recordar fríamente los hechos sin apasionamientos. Usarlos como una guía de lo que puedo esperar de mismo; la clase de líos en que puedo meterme.
El pasado por duro que sea nos convirtió en lo que somos pero lo que seremos depende de nosotros mismos. No vale la pena sentirse víctima ni cargarse de rencor. Es necesario mirar hacia adelante con la certeza de que podemos vencer los demonios atrincherados dentro nuestras almas y alcanzar todo aquello que soñamos.
Si me reconozco a mi mismo como el ser humano falible que soy prestare mayor atención a los baches del camino, no caeré en ninguno.

 

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