How much of what we do in our lives is really what we
want to do and how much is just inertia? We are born full of dreams and hopes.
There is much we like in this world and much of it we want to accomplish. In our
early years of life we appreciate beauty of grass’ flower, exoticism of a
garden’s snail, melody produced by a pileup lying on our back yard, gentle
caress of rain wetting our body. Life is beautiful, so beautiful that allows us
to see beyond everything else.
Everything else is life itself; we overcome abuse by telling
ourselves that once we grow up everything will be better and life will be beautiful.
Little failures are just attempts to what we will achieve later. We see
ourselves from our great hopes of the future we dream of but at some point in
life in the midst of broken dreams and dashed hopes our outlook on life changes,
what we found wonderful becomes only banalities and everything else begins to
make sense, becomes what we hope to achieve. We find souls often have a price,
economic power surpasses talent and skill, a prestigious name opens doors
closed for those enjoying such skill that should enter but have no keys to get
in. This is where life begins, when we have to pick up the shattered pieces of
our broken dreams and adapt to the life we have to live.
Maybe you’ll ask: Should I then accept my fate? Definitely,
I do NOT
believe in fate, there is no written book in which were scheduled cheerfulness and
failures that will make us a toy of our own life. There is some kind of
experience we need to live to reach our full potential, and experiences we need
to have to improve our souls but not everything in life is fate. There really are
those who steal our triumphs, there do exist those who destroy our life because
they want to. Yes; there are those who enjoy causing harm to the vulnerable. We
are not the only responsible ones of what we live and not all of our
achievements are only ours either. There really are those who buy the soul we
sold to give it back to us as a gift, there do exist those who conspire to build
our happiness. Yes; there are those who pick up the pieces of our broken dreams
to rearm them and inspire us to try again.
Above all the broth which composes life is every dream
we built in our immaculate souls in childhood. We came to this world to achieve
a dream, a dream we must build regardless of the failures and suffering. A
dream whose achievement can stop for a short time while we recover from fatigue
but should never be left back in the past amid the rubble of what was illusion.
We all have our own weaknesses; success is something
we can achieve in spite of our vulnerabilities. The key is not to do never fail
but daring to get up and move on, wipe the tears and decorate life with a wide
smile. Scars of lost struggles are always evident on the body of heroes, they didn’t
get there by infallible; reached because they kept on trying with the same zeal
after all their dreams rolled on the ground and they were the only ones who
still believed in the hopefulness of their destination. Those left behind are
left because they allow obliterate in their life, allow fear to face their
problems barter them the effort into inertia and thereafter only let themselves
go with the current wherever the river goes without daring to dream again.
Inertia or life, make up your choice!
¿Vivimos
la vida que queremos vivir?
¿Cuánto de lo que hacemos
en nuestra vida es realmente lo que queremos hacer y cuanto es solo inercia?
Nacemos cargados de sueños y esperanzas. Hay mucho en este mundo que nos gusta
y es mucho lo que queremos lograr. En los primeros años de vida sabemos apreciar
la belleza de la flor de la hierba, el exotismo de un caracol de jardín, la
melodía que produce un cacharro tirado en el patio, la suave caricia de la
lluvia mojando nuestro cuerpo. La vida es bella, tan bella que nos permite ver más
allá de todo lo demás.
Lo demás
es la vida misma; nos sobreponemos al maltrato diciéndonos a nosotros mismos
que cuando seamos grandes todo será mejor y la vida hermosa. Los pequeños
fracasos son solo ensayos de lo que lograremos alcanzar después. Nos vemos a
nosotros mismos desde la esperanza del futuro grandioso al que aspiramos pero
en algún momento de la vida en medio de sueños rotos y esperanzas fallidas
nuestra perspectiva de la vida cambia; aquello que nos parecía maravilloso se
transforma en solo banalidades de la vida y todo lo demás cobra sentido,
se transforma en lo que esperamos lograr. Descubrimos que las almas a menudo
tienen precio, que el poder económico sobrepuja al talento y la destreza, que
un apellido importante abre las puertas cerradas para el que goza tal habilidad
que merece entrar pero no tiene llaves del lugar. Es ahí donde la vida empieza,
cuando nos toca recoger los maltrechos pedazos de nuestros sueños rotos y
adaptarnos al mundo que nos toco vivir.
Quizás me preguntes: ¿Debo
entonces aceptar mi destino? Yo definitivamente NO creo en el destino, no
existe un libro escrito en el que se pautaron dichas y fracasos que nos
convertirán en juguete de la vida. Hay cierta clase de experiencia que
necesitamos vivir para desarrollar todo nuestro potencial, y experiencias que
necesitamos tener para que nuestras almas crezcan pero no todo en la vida es
sino. Si hay quienes se roban nuestros triunfos, si hay quienes destrozan
nuestra vida porque les viene en gana, si hay quienes disfrutan causando daño a
los vulnerables. No somos culpables de todo lo vivido y tampoco todos nuestros
logros son exclusivamente triunfo nuestro. Si hay quienes compran el alma que
vendimos y nos la devuelven como obsequio, si hay quienes conspiran para labrar
la dicha nuestra, si hay quienes rearman nuestros sueños y nos inspiran a
volver a intentarlo.
Por encima de todo el
caldo que compone la vida están los sueños que construimos en nuestras
inmaculadas almas infantiles. Vinimos a este mundo a alcanzar un sueño, un
sueño que debemos construir independientemente de los fracasos y los
sufrimientos. Un sueño cuya consecución podemos detener por un breve tiempo,
mientras nos recobramos del cansancio pero nunca dejarlo tirado en el pasado con los escombros de lo
que fue ilusión.
Todos tenemos nuestras
propias flaquezas, el éxito es algo que podemos lograr a pesar de nuestras
vulnerabilidades. La clave no está en no caerse sino en atreverse a levantarse
y seguir adelante, enjugarse las lágrimas y decorar la vida con una amplia
sonrisa. El cuerpo de los héroes esta siempre marcado por las cicatrices de las
luchas perdidas, no llegaron allí por infalibles; llegaron porque siguieron
intentándolo con el mismo ahínco después de que todos sus sueños rodaron por el
suelo y ellos eran los únicos que seguían creyendo en la promisoriedad de su
destino. Los que quedan atrás se quedan porque permiten que los arrase la vida,
permiten que el temor a enfrentar sus problemas les trueque el esfuerzo en
inercia y de ahí en adelante solo van nadando en la dirección que la corriente
los lleve sin volver a atreverse a soñar.
Inercia o vida; ¡Tú
decides!
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